La iglesia de San Pedro de Sorres es un ejemplo destacado del arte románico en la región, construida entre los siglos XII y XIII. En su momento, fue la catedral de la diócesis de Sorres, aunque esta desapareció en 1503.
Desde 1950, tanto la iglesia como el monasterio contiguo han albergado a una comunidad de monjes benedictinos, manteniendo viva la tradición religiosa en la zona.
En el siglo XII, Sorres experimentó una época dorada en lo alto de una colina. Sin embargo, con el paso de Cerdeña al dominio aragonés en el siglo XIV, comenzó un declive que llevó a que Sorres fuera devastado hasta sus cimientos, salvándose únicamente la catedral y la rectoría cercana.
Tras la devastación, los habitantes se vieron obligados a abandonar Sorres y buscar refugio en ciudades vecinas como Borutta. Esta última se convirtió en el nuevo hogar del obispo ante la ausencia de la diócesis de Sorres, suprimida en 1503 y absorbida por el arzobispado de Sassari.
La fachada de esta antigua catedral es una obra maestra arquitectónica con detalles elaborados. Revela una distribución interna con tres naves sostenidas por ocho pilares cruciformes, donde se aprecian bandas alternadas de piedra blanca y negra junto a grandes arcos redondos que dan testimonio del esplendor pasado.
Además, los visitantes tienen la oportunidad de explorar el museo ubicado dentro del complejo de la Catedral de Sorres. Este museo se encuentra en las antiguas habitaciones para huéspedes del monasterio benedictino, ofreciendo una visión única del patrimonio cultural y religioso local.